2015/10/01

YA HAY NÍSCALOS!

Ya hay níscalos, o rovellones, como se prefiera. Este año han salido ya en los bosques de coníferas, aunque todavía no ha llovido apenas. Jose ha salido esta mañana a por setas y nos ha dado unas cuantas, suficientes como para prepararnos un buen y sabroso revuelto.

El níscalo (lactarius sanguiflus) es una seta anaranjada o rojiza de unos 5 a 10 centímetros de diámetro. Se parece a su prima, la lactarius deliciosus, también comestible y de alto valor culinario. Tiene láminas prietas, decurrentes, de color rojo vinoso, y un pie rojo lilácea con hoyos rojo-vinoso. Su carne es gruesa, compacta, de olor agradable y sabor suave. Salen ahora, en otoño, bajo coníferas sobre todo de pino rojo silvestre, en alturas superiores a quinientos metros. Pero hay que tener cuidado, porque se puede confundir con la lactarius tominosus, un níscalo falso tóxico, que se reconoce porque segrega un látex blanco en vez de rojo y porque tiene pelos sobre el sombrero.

Hoy nos hemos preparado una docena de níscalos con cuatro huevos, en revuelto. Cuatro cucharadas de aceite de oliva virgen, dos dientes de ajo bien picados, cuasi dorados en la sartén y los níscalos troceados en piezas de unos dos o tres centímetros. Sal. Cuando ya han perdido el agua, al cabo de unos cinco minutos al fuego medio alto, huevos enteros a la sartén para revolverlos. Otro poco más de sal. Y antes de que acaben de cuajar del todo, sacar de la sartén y servir el revuelto.

Están muy buenos.

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